Por Joan Batalla, presidente de Sedigas.
¿Cómo transformamos nuestra sociedad en otra que sea neutra en carbono en el 2050 y de una forma que resulte eficiente y sostenible social, económica y medioambientalmente?
En ese camino hacia la descarbonización hay tantas variables a combinar (a veces opuestas) que hacen que el proceso sea una senda tortuosa plagada de momentos de enorme volatilidad e incertidumbre. El riesgo es perder la visión en el largo plazo si nos movemos a impulsos y se promueven soluciones que solo parcheen ese camino. Esos remiendos suelen volverse como un bumerán en el momento más inoportuno acompañados de efectos indeseados.
Construir un mix energético estable y equilibrado, que responda a las necesidades de la demanda en los momentos pico (olas de calor y frío), que evite la vulnerabilidad y dependencia que provocan los mercados internacionales de la energía y la geopolítica, que sea flexible, respetuoso con el entorno, que garantice la calidad del aire, que sea asequible para personas y empresas y, por supuesto, que responda a los estándares de bienestar ya conseguidos o los mejore… es en lo que está trabajando desde hace tiempo el sector gasista.
Su compromiso con la descarbonización y la responsabilidad de garantizar el suministro se materializa en numerosos planes de actuación que requieren inversiones e innovación, disponer de un gran equipo de profesionales y una amplia y moderna infraestructura.
Ante la necesidad de garantizar un suministro firme y estable es relevante destacar la importancia del rol del gas como energía de apoyo a la intermitencia de las renovables clásicas, gracias a la flexible labor que realizan los ciclos combinados y, aunque menos conocida, la red gasista.
El uso del gas ofrece ya una tecnología probada, eficiente y segura, capaz de mejoras gracias a la investigación, como prueban los avances en la captura, secuestro y uso de carbono o el desarrollo de los gases renovables: biogás-biometano e hidrógeno, relevantes tanto para la circularidad de la economía como para el almacenamiento de la energía generada por las renovables a partir de su inyección en la red del gas natural.
El biogás proporciona además un sinfín de externalidades positivas para el impulso económico a las zonas rurales al ser producido a partir de residuos orgánicos, fundamentalmente los que provienen de la agricultura y la ganadería.
Creemos que, atendiendo al enorme potencial existente en España, la actual Hoja de Ruta del Biogás puede ser más ambiciosa con sus objetivos de producción, y así contribuir en mayor medida a la consecución de los compromisos adquiridos en materia climática por la Unión Europea, como están haciendo países vecinos de nuestro entorno.
Adecuar la velocidad de incorporación de las medidas necesarias para lograr un escenario neutro en carbono en el 2050 con los complejos cambios que se requieren y con los efectos de políticas anteriores nacionales y europeas (cambios en la regulación, establecimiento de un sistema de certificados y garantías de origen, cambio en el mercado europeo de derechos de emisión, etc.) es fundamental para generar confianza en los mercados.
Evitar la discriminación de tecnologías, utilizando fórmulas flexibles y primando una transformación ordenada, contrastada y con visión de conjunto ayudará a conseguir el futuro energético deseado.
Sedigas, como siempre, seguirá trabajando en colaboración con las administraciones públicas para proponer soluciones que promuevan la necesaria y equilibrada transición energética hacia un nuevo modelo descarbonizado.