España se mueve. Empresarios, multinacionales, asociaciones, sectores productivos, en definitiva, han iniciado el intrincado camino hacia la reconstrucción económica del país. Una sinuosa travesía que requerirá, más que nunca, del esfuerzo compartido, de la mutua colaboración, entre los sectores público y privado. Esta interrelación tan obligada como imprescindible no puede ser únicamente un lugar común recurrente en el momento de encontrar soluciones solidarias, sino que debe convertirse en el reflejo expreso de un convencimiento, de una puesta en marcha que no admite demoras, excepciones ni personalismos absurdos.
Aunque desgraciadamente el ambiente político no ofrezca ahora mismo el escenario más idóneo por enrarecido para idear un proceso de rehabilitación necesario, enfrascado como está en peleas descalificantes y poco constructivas, la iniciativa privada no quiere perder el tiempo. En medio de la lógica convulsión social que está suponiendo el azote destructivo de esta catástrofe sanitaria para la economía doméstica y estratégica, distintos grupos empresariales han dado un paso al frente. Y han querido que el Congreso, como así debe ser, lo sepa.
Si alguna enseñanza pudo extraerse con meridiana claridad y efecto favorablemente multiplicador de la crisis financiera de 2008 fue la conveniencia de apostar decididamente desde España por la internacionalización. Fue algo más que una obligada salida a una situación muy comprometida, también como ahora de incierto futuro, y que se ha ido acometiendo progresivamente con unos resultados más que satisfactorios a lo largo de los últimos años.
La experiencia de aquel entonces no ha caído en saco roto de cara a la situación post-Covid a la que nos enfrentamos, todavía demasiado temerosos por el inimaginable alcance de su impacto. Pero en esta agónica ocasión, todos los indicadores permiten augurar que la vía de salvación no va a ser tan nítidamente la apuesta por la internacionalización. Todos los indicadores y analistas coinciden en señalar que hay alternativas en nuestro propio territorio. Empezando por la más importante desde un punto de vista estratégico: supone la concienciación de que es imprescindible acometer una auténtica apuesta de país. Hay que salir de esta crisis entre todos y, por ello, nadie puede sentirse ajeno. Quizá sea momento para recordar una de las muchas frases legendarias que acuñó el presidente Adolfo Suárez, a quien se ha aludido en más de una ocasión con motivo de actualizar aquellos Pactos de la Moncloa. “Se podrá prescindir de una persona en concreto, pero no podemos prescindir del esfuerzo que todos juntos hemos de hacer para construir una España de todos y para todos”. Se pudo escuchar en los años de la Transición donde también el paro y la incertidumbre acechaban entre nosotros.
El Gobierno, los partidos políticos, los grupos parlamentarios, las instituciones saben que pueden y deben contar con los representantes del sector privado, que quieren no perder tiempo en la búsqueda de soluciones compartidas. Muchas de estas organizaciones empresariales ya han puesto por escrito y han verbalizado cuáles son sus propuestas ante la cruda realidad que les acecha, pero también el empeño por recuperar gran parte del terreno perdido por el impacto de esta crisis sobrevenida.
Los sectores productivos quieren ser partícipes de las soluciones que se vayan trazando desde las instituciones. Así lo han ido testimoniando en sede parlamentaria sus principales representantes al manifestar una inequívoca voluntad de compartir esfuerzos y responsabilidades, además de proyectar el diagnóstico de una aciaga coyuntura. Van a sucederse semanas y meses de especial azote a las economías particulares y de sociedades, que causarán estragos. Se antoja por ello perentorio una respuesta consensuada, nunca de resignación ni de pesimismo, que olvide los particularismos para situar las determinaciones en la visión de amplio espectro y que no deje a nadie en el camino. Esa y no otra debe ser la auténtica apuesta de país.
Juan Mari Gastaca, socio y director de RRII y Asuntos Públicos en BeConfluence.