Será difícil encontrar un asunto más poliédrico, de honda dimensión social y tan desasosegante para el ciudadano medio y la economía en general, en este país, que el precio de la luz. Sobre todo, durante las últimas, quizá ya demasiadas, semanas soportando el desconcertante y gravoso frenesí de la escalada del coste del kilovatio hora. Un espinoso asunto cargado de la suficiente trascendencia para liderar los informativos día a día, convulsionar las tertulias de café, esparcir gotas de demagogia y, especialmente, propiciar un intrincado asunto de enfrentamiento político, no siempre en la búsqueda de las soluciones más posibilistas y urgentes.
En medio de tan electrizante situación, es indudable que el nuevo período parlamentario se abrirá este mes bajo la incesante polémica de la desbordada tarifa eléctrica. En este sentido, no es difícil pronosticar que el Gobierno de Pedro Sánchez, y más en concreto el partido mayoritario que lo sustenta, se dispone a encarar uno de los retos más peliagudos de su actual mandato -y mira que los ha tenido- porque lo hará en solitario.
También es fácil asegurar que la trascendencia de este arduo debate tiene garantizados todos los alicientes necesarios para seguir alimentando la falta de consenso tan habitual ya en las sesiones plenarias, en medio de un interminable cruce de acusaciones. Pero, sin duda, sería una gravísima oportunidad perdida para enviar un mensaje de certidumbre a una sociedad que ansía con toda justicia una respuesta reparadora.
Por si no hubiera suficientes alicientes mientras se espera una contundente reacción del Ejecutivo por medio del plan que está apurando por definir la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera, aparece en escena, y coincidiendo en el tiempo, la sorprendente oferta de Naturgy rebajando los precios de su producto eléctrico y el aval de la CNMC a la OPA del fondo australiano IFM por esta firma que dirige Francisco Reynés
La tarifa liberalizada de 60 euros por parte de Naturgy supone, de entrada, todo un golpe de efecto que altera, desde luego, el tablero del resto de las empresas del sector. Pero también una propuesta digna de ser tenida en cuenta. Al lanzar esta iniciativa denominada ‘Compromiso’, esta compañía se propone ofrecer una alternativa con precios de la luz equiparables a los valores existentes con anterioridad a la actual escalada que se registra en el mercado mayorista.
Resulta obvio señalar que el paso al frente de Naturgy, cargado de toda intencionalidad en el día del respaldo regulatorio a su oferta pública voluntaria y parcial de adquisición de acciones, ni puede ni debe dejar indiferente al resto de competidores. Nunca como hasta ahora, tantos ojos se detienen cada día en escrutar las reacciones y propuestas de las empresas eléctricas, que han centrado sus propuestas en la reducción de las cargas impositivas que aglutina el recibo de la luz. En unos tiempos donde la Responsabilidad Social Corporativa entraña un reto para la imagen de una empresa, de una entidad, este mercado surfea un tormentoso clima ambiental nada favorable.
El calado social de esta inquietud no admite demoras siquiera en la proyección de unas visibles medidas de urgencia que detengan semejante hemorragia y que, además, aporten un rayo de certidumbre a corto y medio plazo. Pero sin falsos debates populistas que solo contribuyen a distorsionar la raíz de un problema de enorme magnitud, gestado por un conjunto inopinado de causas y errores internos, sí, pero también exógenas que escapan a la capacidad de resolución interna del país.
Juan Mari Gastaca, socio y director de RRII y Asuntos Públicos en BeConfluence.