Por José María González Moya. Director General de APPA Renovables.
En estos tiempos es importante anclarse a las buenas noticias, porque estamos constantemente bombardeados por titulares nefastos. Tras meses de telediarios donde únicamente se hablaba de la magnitud de la tragedia, uno podría pensar que el coronavirus tiene una tasa de letalidad del 50%, que contraer la enfermedad es tirar una moneda y esperar el resultado. Sin embargo, y por dura que esté siendo la pandemia a nivel sanitario y también sus consecuencias económicas, no debemos caer en el desánimo que señalan los medios. Y me gustaría tratar en estas líneas de una de las buenas noticias que nos han traído los dos últimos años.
2019 fue un año récord de instalación renovable. Y esto es una magnífica noticia. Podría pensarse, dado que la Asociación que represento lucha por desarrollar este tipo de energías, que es una lectura interesada. Por supuesto que lo es, dado el interés que tengo como defensor de estas energías, pero también es un interés altruista. Las renovables son buenas para el planeta, o, si queremos ser específicos, mucho mejores que las alternativas existentes. El grado de competitividad, con reducciones de costes del 70% (eólica) al 90% (fotovoltaica) en una sola década, permiten que la Transición Energética se acometa sin incurrir en costes adicionales, reduciendo, euro a euro, la factura energética que tenemos como país. La cantidad de empleos generados, especialmente en zonas tradicionalmente castigadas por el desempleo, es altísima. Por lo que sí, es una lectura interesada. Y debería serlo para todos nosotros.
En 2019, como decíamos, se marcó un récord de instalación renovable. Acelerada la implantación por las subastas de 2017, se instalaron en nuestro país más de 7 GW de potencia renovable. Y, dado que, a mayor potencia instalada, mayor generación eléctrica, 2020 ha marcado el récord de participación renovable en nuestro sistema eléctrico. El 44% de la electricidad, según datos del operador del sistema, ha sido renovable. El 45,5% si atendemos al consumo peninsular únicamente, dada la singularidad de las islas.
Estamos, por tanto, ante una magnífica noticia para nuestra sociedad y nuestro futuro. Las energías renovables son una de las pocas herramientas que tenemos para luchar contra nuestra dependencia energética. Una dependencia que cuesta mucho dinero y que lastra nuestra balanza comercial. De los 31.980 millones de euros de déficit de nuestra balanza comercial en 2019, 23.242 millones correspondieron, únicamente, al saldo energético. Y esto a pesar de que el saldo renovable es exportador.
Cuando la Unión Europea marcó estas energías como uno de los pilares de crecimiento de la economía del Viejo Continente, aún no sabíamos nada del COVID. Las renovables ya eran la gran esperanza para el desarrollo económico europeo antes de que golpeara la crisis. Y hoy lo son con muchas más razones. Por ello, efectivamente, tengo un gran interés en que estas energías se desarrollen.
Al saltar de la macroeconomía a la microeconomía, también encontramos buenas noticias. La biomasa supone una de las mejores herramientas para luchar contra la España Vaciada. Una tecnología gestionable, versátil, con el mayor número de empleos generados por megavatio instalado. Dinamizadora del rural, que valoriza residuos y subproductos de industrias como la agrícola o la ganadera y que permite limpiar nuestros bosques y reducir incendios. O el autoconsumo, una forma de generación que ha despertado con fuerza gracias a la competitividad de la tecnología y el esfuerzo regulatorio – y simplificador – del Gobierno. En 2020, de los 4.639 MW que se instalaron, 623 correspondieron al autoconsumo. 623 megavatios que permitieron a los ciudadanos reducir su factura eléctrica de forma directa y, a las empresas, incrementar su competitividad gracias al control del gasto energético, uno de los principales insumos de cualquier actividad comercial e industrial.
Es importante que, para el futuro, tengamos todas estas cifras en nuestra mente. Que entendamos que, cada paso que dan las energías renovables y cada récord que se rompe, es muy positivo para todos nosotros. Que este desarrollo va mucho más allá del cuidado del planeta o de la calidad del aire que respiramos, razones ambas poderosas y válidas. Parafraseando aquella frase del estratega de Clinton, “es la economía, estúpido”. Cada paso que dan las renovables, mejora nuestra economía. Y por ello, todos tenemos interés en que se sigan rompiendo los récords.