“Cuando la información cuenta con un contexto adecuado se convierte en conocimiento, cuando el conocimiento impone principios se transforma en sabiduría”, decía Ludwig Wittgenstein, filósofo del lenguaje. Sin saberlo, explicaba el impacto de los algoritmos en los negocios. La Inteligencia Artificial (IA) generativa ha eclosionado en los dos últimos años y empuja a las empresas a reinventarse.
Desde el sector del marketing y la comunicación, la llegada de esta tecnología es una bendición. Sus posibilidades son enormes y permite una reducción de la carga de trabajo. Varias investigaciones estiman un ahorro del 68% del tiempo de ejecución de trabajos específicos como la creación de un borrador de un proyecto, resumir los resultados de una campaña o la identificación de las tendencias emergentes en un mercado. El desempeño de estas tareas va a estar cada vez más arraigado dentro de ecosistemas generativos. Los profesionales contarán con un asistente virtual al estilo de Copilot (Microsoft) o ChatGPT (OpenAI) a quien hacerle preguntas. Esto es solo el principio. Va a ser necesario, y así lo estamos viendo, la importancia de saber preguntarle a las máquinas para obtener los resultados adecuados.
La IA, en general, está transformando ya la relación con los clientes, ofreciendo una experiencia mejorada. Personalización y transparencia son algunas de las posibilidades que se nos brinda. En su continuo esfuerzo por adaptarse a las tendencias, los proveedores de servicios de tecnología están implementando servicios por los cuales un cliente va a ser tratado como una persona. La IA Generativa mejora la resolución de problemas en un 14%, según datos de McKinsey, que apunta a que las funciones de atención al cliente aumentarán la productividad en un 45%. La idea es que haya una persona detrás pero utilizando la IA. Este es el enfoque de Alberto Granados, presidente de Microsoft España, que participó en el evento Hoy es Marketing, organizado por ESIC University. “El problema no va a ser encontrar soluciones sino problemas”. Lo más interesante es que podamos “hablar” directamente con otras herramientas y, a posteriori, obtener una respuesta clara, concisa y útil.
Un asistente digital (que en estos momentos podemos llamarlo ahora Copilot, Claude, ChatGPT o Gemini) nos va a responder a todas nuestras dudas. Pero lo que es evidente es que cualquier profesional del marketing se va tener que reciclar y aprender a convivir con un sistema al que le vas a pedir organizar una presentación en PowerPoint y lo va a conseguir en segundos.
Pasamos más tiempo usando tecnologías que sólo sirven para comunicar que para crear. “El desarrollo de entornos basados en IA permite dar de lado las tareas mecánicas de menor valor y la extracción de datos relevantes para la toma de decisiones”, recoge Bárbara Yuste, autora de ‘La comunicación en tiempos de algoritmos’. Con la herramienta de datos PowerBI, por ejemplo, un profesional puede pedirle unos informes con los KPI’s más importantes y, en segundos, detectar un patrón gracias a Copilot.
La idea que cada vez se aprecia más en el horizonte es que tengamos más tiempo para crear. Y crear equivale a establecer mejores relaciones humanas y diseñar estrategias, que al fin y al cabo, se traduce en pensar. Gracias a la IA estamos conectando ideas inconexas para poner en marcha un proyecto que, de otra manera, nunca se nos hubiera ocurrido.