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¿Sirven para algo los informes de sostenibilidad?

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La agenda de sostenibilidad, centrada en temas ambientales, sociales y de gobernanza, o ESG, de acuerdo con sus siglas en inglés, ha ido ganando un peso creciente en las empresas durante los últimos años.

Uno de los aspectos clave que ha impulsado esta mayor relevancia de los asuntos ESG ha sido el incremento en la demanda de inversión en activos que incorporen criterios de sostenibilidad en su gestión. Según un informe reciente del Bank of America, el 30% de los flujos que llegan a la renta variable se destina a la inversión en base a criterios ESG.

Otro factor importante está siendo la paulatina regulación de los aspectos relacionados con la sostenibilidad por parte de la Unión Europea y de sus países miembros.

Dentro de este proceso, uno de los hitos recientes más relevante ha sido la aprobación por parte de la Comisión Europea de un ambicioso paquete de medidas para impulsar las inversiones sostenibles.

Este paquete, aprobado el pasado 21 de abril, incluye una Taxonomía Climática y una propuesta de Directiva sobre los informes de sostenibilidad, así como diversas modificaciones en algunas disposiciones de la Unión Europea sobre los deberes fiduciarios y el asesoramiento en materia de inversiones y seguros.

El principal objetivo de la Unión Europea con la publicación de este paquete de medidas es que las empresas cuenten con un marco global de sostenibilidad más preciso para cambiar sus modelos de negocio y evitar el llamado greenwashing o blanqueamiento de sus actividades bajo la etiqueta ESG.

En este sentido la nueva Directiva sobre informes de sostenibilidad, que se deberá trasponer a la legislación nacional de todos los países miembros antes del 1 de enero de 2023, pretende mejorar el flujo de información sobre sostenibilidad en el ámbito empresarial.

Otra de las finalidades de esta Directiva es hacer que los informes de sostenibilidad de las organizaciones sean más coherentes, con la intención de que las empresas financieras, los inversores y el público en general puedan disponer de información comparable y fiable en materia de sostenibilidad.

Las empresas españolas se encuentran a la cabeza en la elaboración de informes de sostenibilidad, especialmente las grandes empresas y las multinacionales con presencia en nuestro país, ya que el número de pymes que presentan informes de sostenibilidad es todavía muy reducido.

Asimismo, las grandes empresas españolas son unas de las que cuentan con mayor presencia en los diferentes índices de sostenibilidad que existen en el mundo, y ocupan generalmente una posición relevante en sus respectivos sectores de actividad dentro de estos rankings.

Sin embargo, este ejercicio de transparencia por parte de las empresas españolas, que requiere de un importante esfuerzo para elaborar los informes correspondientes y completar los prolijos cuestionarios que exigen los diferentes rankings de sostenibilidad no parece tener un reflejo equivalente en el grado de reconocimiento por parte de sus diferentes grupos de interés.

Según un reciente informe realizado por la consultora global de estrategia y marketing Simon-Kucher&Partners, solo un 34% de los encuestados estaría dispuesto a pagar más por un producto sostenible y de acuerdo con un estudio elaborado por Inverco el 51% de los inversores en fondos en España desconoce todavía la existencia de productos basados en criterios ESG.

Además, generalmente el compromiso de la sostenibilidad de las empresas se recibe con un elevado grado de escepticismo por parte de los consumidores y otros grupos de interés, ante su dificultad para distinguir el grano de la paja en un mundo en el que todas las empresas han abrazado el mismo discurso.

Incluso en el caso de los grandes inversores que disponen de equipos especializados para analizar las empresas en las que están dispuestos a asignar sus recursos, resulta complejo distinguir qué activos cumplen realmente con criterios ESG, ante la dispersión de conceptos y las grandes lagunas que existen todavía cuando se trata de valorar la actuación de una empresa desde la perspectiva de la sostenibilidad.

Por esta razón, algunos de los principales fondos de inversión del mundo, entre los que se incluyen gigantes como Blackstone, Bridgepoint, o CVC, entre otros, se han unido para tratar de crear un estándar común que sirva para la elaboración de informes, que permita evaluar las prácticas ESG de un modo más objetivo y facilite la comparación.

También la International Financial Reporting Foundation ha anunciado durante la COP26 que coordinará la fusión de la Value Reporting Foundation (VRF), la organización anfitriona de la Junta de Normas de Contabilidad de Sostenibilidad, junto con la Junta de Normas de Divulgación Climática (CDSB) con el objetivo de crear la International Sustainability Standard Board (ISSB) para que defina un conjunto único de estándares que permita satisfacer las necesidades de información de los inversores.

Todo ello pone de manifiesto el doble reto al que se enfrentan las empresas en relación con la sostenibilidad. Por un lado, desarrollar sus actividades de un modo sostenible, y por otro, comunicar de una manera creíble sus avances en esta materia de tal modo que se convierta en una ventaja competitiva apreciada por sus diferentes grupos de interés.

Un apoyo importante para lograr superar este doble reto es contar con la colaboración de una agencia de comunicación experta, que ayude a la empresa a adaptar estos nuevos estándares a sus informes de sostenibilidad, de acuerdo con aquellos aspectos ambientales, sociales y de gobernanza que son más apreciados por sus diferentes grupos de interés, y desarrollar un amplio plan de comunicación y relaciones públicas que permita ponerlos en valor de la manera más adecuada.

Para ello, es necesario entender bien qué aspectos de la estrategia de sostenibilidad de una empresa es relevante para cada uno de sus grupos de interés, incluyendo los propios empleados, y articular un plan de específico para cada uno de ellos a través de las propias herramientas con las que cuenta la compañía, así como de una adecuada relación con los medios de comunicación, y también de actuaciones de relaciones públicas que permitan un contacto personalizado con los diferentes stakeholders.

Solo así, servirá realmente para algo todo el esfuerzo y los recursos que las empresas están destinando ya a su estrategia de sostenibilidad y a la elaboración de los informes correspondientes, al proporcionar una mayor visibilidad a su compromiso con los criterios ambientales, sociales y de gobernanza, con pruebas tangibles de su desempeño en estas áreas.

Pedro Martínez López, socio en BeConfluence.

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