En la era del contenido y de los (cada vez más) canales, las narrativas transmedia ya forman parte del panorama de la comunicación. A nadie se le ocurre (salvo excepciones muy a medida) proponer un contenido por un solo canal, cuando se tiene la opción de proponer mensajes por varias vías, de contar historias (de hecho, la traducción en inglés suele ser transmedia ‘storytelling’).
El origen de este término como tal se remonta a 2003, por un artículo publicado por Henry Jenkins en ‘Technology Review’. Jenkins, formado en Periodismo y Ciencias Políticas, y que fue, por ejemplo, codirector del curso ‘Estudios Comparados de Medios de Comunicación’ en el MIT, destacaba en aquel entonces que había llegado el momento de aprovechar la ‘convergencia de medios’ (multimodalidad, multiplataforma, etc.).
Una opción que se puede aplicar a una película cuya esencia se distribuye, además, por videojuegos, libros, merchandising, etc, y que también se aplica en campañas de comunicación: se elabora el mensaje y se desarrolla, adaptado, por diversos canales. Una muestra de sentido común, ya que se opta por difundir los mismos mensajes de partida adaptados a distintas vías de comunicación, por lo que se puede impactar en distintos tipos de público, más allá de la mera concepción ‘multimedia’ (“lo lanzo por varios canales, y listo”).
Otra referencia es el teórico de la comunicación Carlos Alberto Scolari, autor del libro ‘Narrativas Transmedia: Cuando todos los medios cuentan’. En él se recorren los senderos transmedia por formatos como libro, película, cómic, documental, etc., que, en el caso de la comunicación, y a la hora de proponer acciones al cliente, muta en nota de prensa, post, newsletter, vídeo, podcast, webserie… un concepto global ya propio del siglo XX, pero que las nuevas tecnologías han dotado de nuevo sentido y eficiencia, hacia el concepto ‘enhanced storytelling’-‘storytelling mejorado’.
Los mundos ‘on’ y ‘off’ imponen, por lo tanto, una narrativa adaptada a cada opción, para combinar mensajes más discursivos junto a otros más directos (y con posibilidad de viralización), como ‘killer application’ para captar la atención de la audiencia. Una concepción 360º en toda su extensión que, además, fomenta la interactividad en algunos de sus canales y que es idónea en diversos casos, desde el lanzamiento de un servicio y producto a una acción de comunicación interna. Un propósito que debe ir más allá de crear un contenido y de divulgarlo, sin más, a toda plataforma, ya que hay que aprovechar que los contenidos son maleables para adaptarlos a cada formato (con el nexo común de la ‘idea-fuerza’) y aprovechar las ventajas de cada uno de ellos: unos son más ‘formales’ que otros, la gamificación encaja en unos soportes y no tanto en otros, etc.
Un esfuerzo, por lo tanto, en el que planificación y creatividad, teoría y tecnología van de la mano para proponer una acción global de comunicación y buscar el ‘engagement’ por distintos medios. Y ante el que los centros de formación ya trabajan activamente, como sucede con el Máster Universitario en Comunicación Trasmedia de UNIR o el curso de Producción de Contenidos Trasmedia de la Universidad Pontificia de Salamanca, en el que se destaca lo transmedia como “entender los proyectos como redes, sus elementos como subconjuntos de redes que se pueden explorar y explotar, y la figura del creador y del productor transmedia como el arquitecto de estos proyectos”.